Finalista en el primer concurso de arquitectura al que nos presentamos de motu proprio. En la frontera catolica-protestante de Belfast, en los conocidos, “peace walls”, por la división, odio, violencia y terrorismo, el concurso proponía intervenir en una esquina entre barrios de diferentes opiniones políticas, buscando la reunión pacífica de las partes. En una ciudad agotada por la violencia, donde organizaciones paramilitares de ambos lados solían patrullar al lado de niños que iban a jugar, la plataforma DOCEXDOCE abre debate sobre cómo abordar estas fronteras artificiales.
En un concurso a contrarreloj, de 54 horas, Wendy Hoogsteder, Esther Rodríguez y yo, Carlos Jiménez, sin conocer nada aún del enunciado del concurso, afrontamos el reto.
“A wall is… “ fue nuestro lema, un título que dejaba abierta la cuestión que nos abordó durante la fase de ideación. Todas las cosas en las que podemos convertir un muro.
El proyecto, que entendíamos como algo que debía ser verosímil constructivamente, ejecutable, pasa por entender, que el muro, en su concepción de separación negativa, debe preservarse como legado de aquello que tenemos que dejar atrás. El muro es una preexistencia sobre la que trabajar, y nuestra labor es cómo interpretar ese muro para otorgarle nuevos significados. La propuesta pasa absolutamente por la labor de la infancia en la sociedad. Los niños como engranaje fundamental que da continuidad a la historia de todos. La idea consiste en convertir los muros en un espacio donde los niños pudieran inventar nuevos relatos sobre la vida, independientemente de donde procedan. Un lugar donde no entran los problemas de los adultos.
De esta manera, el muro recto, comienza a jugar, configurando diferentes ambientes de juego. El muro que separa, ahora se curva, baja de cota, se convierte en un cuadro pintado, casi al azar en el suelo, ahora el muro es el espacio de nuevas historias.
FLUJO DE TRABAJO:
En estos momentos, de mi aprendizaje, yo empezaba a conocer Rhinoceros, y tenía un manejo adecuado de AutoCAD y Photoshop, por otro lado, mis compañeras eran enormemente más hábiles que yo en Photoshop. Después de una breve búsqueda de inspiración para el grafismo, decidimos hacer dos collages y una isométrica. En los collage, expresar como el mismo elemento arquitectónico puede convertirse en un paraíso, y en la isométrica entender cómo el muro, desde lo lejano del barrio se convierte en un espacio de encuentro, que los niños pueden recorrer como una guía hasta el lugar de las nuevas historias.
El flujo de trabajo, fue a través de una maqueta virtual en Rhinoceros, que iba manipulando según la opinión de los tres, hasta llegar al resultado que más nos convencía. A partir de ahí, se exportaron, dibujos 3D de las vistas para los collages, y Wendy y Esther se pusieron con esa parte, mientras yo seguí mejorando el 3D. Eventualmente, terminamos todo y conseguimos colocarnos entre los 30 finalistas, con proyectos muy difíciles de ver mejores y peores.